miércoles, 9 de junio de 2010

Y Ver La Vida Pasar Hasta Que Suene El Timbre


Ser consciente del tiempo?
O dejarlo fluir?

El tiempo,el tiempo, ese q nos encadena.....


Un hombre iba viajando por un camino cuando divisó un pueblo
que se encontraba en su horizonte. Un poco antes de llegar al pueblo,
una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba
tapizada de hierba de un verde maravilloso y había un montón de
árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una
especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de
bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba su camino y
sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.
El hombre traspaso el portal y empezó a caminar lentamente
entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre
los árboles. Dejó que sus ojos las recorrieran y descubrió, sobre una
de las piedras, aquella inscripción… "Abedul Tare, vivió 8 años, 6
meses, 2 semanas y 3 días". Se sobrecogió un poco al darse cuenta de
que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió
pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese
lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la
piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla
decía: "Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas".
El hombre se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso
lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían
inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del
muerto, pero lo que le impactó con espanto fue comprobar que el que
más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por
un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del
cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en
silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No, ningún familiar – dijo el hombre
- ¿Qué pasa en este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta
ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?
¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha
obligado a construir un cementerio de chicos?
El anciano sonrió y dijo:
-Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que
aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple
15 años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí,
colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí,
cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota
en ella: a la izquierda que fue lo disfrutado…, a la derecha, cuanto
tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella?
¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?…
¿Una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?… Y después… la
emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del
beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana?… ¿y el embarazo o el nacimiento del
primer hijo?, ¿y el casamiento de los amigos?..., ¿y el viaje más
deseado?..., ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país
lejano?... ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?,
¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando
alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el
tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba…
Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.

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